23 F. Preludio II

- Finales de 1980 -

El gobierno Suarez se tambalea. El malestar militar por la política autonómica y las acciones terroristas junto con las luchas intestinas de su propio partido están debilitando la posición del Presidente del Gobierno.

Como posible solución lleva tiempo sonando el los ambientes políticos un posible gobierno de concentración que estaría presidido por un militar. El militar que más suena es Alfonso Armada. Enemigo jurado de Suarez y el colaborador más cercano al Rey durante 25 años.

El rumor era tan fuerte que hasta quien normalmente es el último en enterarse, es decir, el interesado, lo sabía en el mes de Diciembre.


Así lo cuenta Fernando Alvarez de Miranda en su libro de Memorias:

"Le reiteré, finalmente, que, en mi opinión, la situación estaba muy mal, que se habían encendido hace tiempo las señales de alerta para la democracía y que no teniendo mayoría absoluta en el Parlamento, debía buscarse la coalicción con el partido de la oposición. Me miró con tristeza, diciendo: "Si, ya se que todos quieren mi cabeza, y ese es el mensaje que mandan hasta los socialistas: un gobierno de coalición presidido por un militar: el general Armada. No aceptaré ese tipo de presiones aunque tenga que salir de la Moncloa en ataúd".
Fernando Alvarez de Miranda. Del contubernio al consenso. 1985.


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23-F. Preludio I


-31 de Octubre de 1977-

Suarez fuerza la salida del general Alfonso Armada como secretario de la Casa de Su Majestad tras 22 años trabajando con el Rey.

Jose García Abad en su libro "Adolfo Suárez: Una tragedia griega." narra la salida de Armada de la siguiente manera:


Han transcendido tres incidentes que explican el cese. El primero se produce durante una audiencia del Rey a Suárez. Mientras espera que don Juan Carlos le reciba, encuentra en la sala de espera al secretario de la Casa, Armada, quien afea al Presidente su propósito de legalizar el divorcio. La conversación va subiendo de tono y en esas entra el Monarca, ante quien Armada continúa sin cortarse un pelo. Cuando Adolfo se queda a solas con el Rey, le hace notar que es intolerable que su secretario se inmiscuya, y con tan poco respeto, en sus responsabilidades como Jefe de Gobierno, por lo que se ve obligado a pedirle su cese inmediato. El Rey, sin embargo, va dando largas al asunto en espera de que Suárez reconsidere su actitud.

El segundo incidente tiene lugar con motivo de la legalización del Partido Comunista. Al día siguiente de la legalización el Rey convoca al Presidente, al jefe de la Casa, el marqués de Mondéjar, y al secretario general de la misma, Alfonso Armada. Éste, en tono desabrido, reprocha al presidente la forma en que se ha producido dicha legalización y le acusa de poner en peligro a la Corona. Según el periodista Manuel Soriano, Suárez puso firme a Armada recordando su condición de presidente.

La tercera confrontación, la gota que colmó el vaso, se produjo cuando Suárez interceptó una carta con el membrete de la Casa de su Majestad que Armada había enviando pidiendo el voto para su hijo, que se presentaba a las elecciones del 15 de Junio en las filas de Alianza Popular. Era un hecho muy grave, pues involucraba al Monarca en la contienda política. El presidente le llevo la misiva al Rey y éste no tuvo más remedio que despedirle.


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