Ingratitud Real

Decía Chateaubriand que "La ingratitud es oficio de reyes. Pero los borbones exageran". No cabe duda que Juan Carlos I es todo un borbón.

En la vida del monarca tres han sido las personas que con su trabajo, inteligencia y discrección han propiciado el éxito del Rey, consiguiendo que el monarca:

- reinara en un pais que después de 40 años de dictadura se tragó al sucesor que el dictador nombró.

- afianzara la monarquia como modelo de estado en pleno siglo XX

- que sus negocios oscuros, relaciones indeseables y demás temas oscuros de su reinado no llegaran a la mayoria de la opinion pública.

Estas tres personas son: Torcuato Fernandez Miranda, Adolfo Suarez y Sabino Fernandez Campo.

Con ninguna de ellas tuvo la elegancia suficiente para valorar su trabajo y lealtad y las tres fueron arrojadas fuera de la protección real sin la menor gratitud.

Torcuato Fernandez Miranda fue su profesor de Derecho Politico. Tras una amplia carrera política durante el franquismo y trás la muerte del dictador, fué el autentico arquitecto de la reforma que se llevo a cabo durante la transición. Como presidente de las Cortes luchó con el Consejo de Estado para que en la terna de presidentes de Gobierno que le dieran al rey en 1976 estuviera el deseado por el monarca: Adolfo Suarez.

Tras conseguir la aprobación de la ley para la Reforma Política, presentó su dimisión al Rey. Desilusionado por como se estaba fraguando la nueva democracia sobre todo en el tema autonómico abandono por completo la vida política. En las declaraciones después de su dimisión declaró:

"Estoy orgulloso y muy tranquilo ante la misión que he cumplido, a costa, naturalmente, de incomprensiones más o menos justificadas. Cuando se hablaba de Mazzarino y de Richelieu, del conde duque de Olivares, cuando se decía si era el valido del Rey, creí que estaba clarísimo que mi permanencia en el cargo confundía el claro y nítido papel de la Corona. En mi lealtad estaba claro que jamás podría continuar. Nunca he utilizado al Rey, le he servido."

Parece ser que los roces entre el profesor y el alumno aventajado (Suárez) conllevaron su renuncia total a la vida pública. El Rey que tanto le debía no puso inconveniente en su retirada y le concedió el ducado de Fernandez-Miranda y el Toisón de Oro (a enemigo que huye, puente de plata).

Pero Adolfo Suarez tampoco iba a durarle mucho la confianza del Rey. En este mismo blog hemos analizado como el monarca fue minando la posición del Presidente del Gobierno hasta desembocar en su dimisión.

Hay que recordar que fue el Rey el que presionó al máximo para tener al general Armada en Madrid justo antes del golpe del 23-F, cuando ya se llevaba tiempo rumoreando que el gobierno Suarez debia ser abortado y era necesario un gobierno de concentración presisido por un general como Armada.

Santiago Carillo comentó, tras una audiencia con el rey por aquel entonces, que si a él le hablaba en ese tono del Presidente del Gobierno no quería pensar que les estaría diciendo a los altos jerarcas militares.

Suarez dimitió estropeando de manera muy inteligente la operación Armada patrocinada por el Rey y que sería posteriormente puesta sobre la mesa el mismo 23-F.

Pero si con alguien ha sido el rey ingrato, sin duda, es con Sabino Fernandez Campo.

Fernandez Campo transformó sobre la marcha y de manera increiblemente inteligente lo que podría haber sido el tiro de gracia a la monarquía española en su mejor interpretación y en la acción que mas ha valorado la sociedad española durante el largo reinado de Juan Carlos I.

Sabino fue quien tras presenciar las inclasificables imágenes de Tejero en el Congreso rápidamente asumió que no era posible patrocinar desde la Corona ninguna de las soluciones que fueran a ser propiciadas desde dicho golpe. Inmediatamente prohibió que Armada se presentara el la Zarzuela y mantuvo al Rey a la espera y borboneando hasta la 1 de la madrugada en la que se lanzó el discurso "salvador de la democracia", obviamente después de que Armada abandonara el congreso tras su fracaso con Tejero.


Fernandez Campo fue premiado muchos años después con su cese tras presiones de Mario Conde que habia estado torpedeando dicha relacion hasta que consiguió colocar a uno de los suyos en puesto tan destacado (Fernando Almansa).

Martín Prieto lo comentaba con su habitual maestría en una columna de El Mundo:

"Sufrió la incomprensión egoísta del Rey. Tenía el convencimiento de que debía servir al Estado por encima del Monarca, y alguna de sus advertencias fueron desdeñadas por el Borbón y hasta tenidas por intromisión personal. Su jefe le despidió sin grandeza. El Rey le invitó a una comida con la Reina y le espetó: «Sofi, ¿sabes que Sabino nos deja?». El histórico borboneo que no cesa. Creo que no le terminaba de convencer el tratamiento militar que se le debía y prefería al asturiano y confianzudo Sabino que le daba la llaneza donde se sentía a gusto. Era de Intervención, un hombre capacitado para manejar una política de guerra y, habiendo sido secretario de varios ministros militares, se encontraba muy cómodo en la vida civil. En Francia hubiera podido haber acabado dirigiendo la Escuela Nacional de Administración porque su cociente intelectual era tan elevado como su integridad. Que no haya dejado memorias indica que sus lealtades estuvieron siempre por encima del maltrato que recibió. Martín Prieto. El Mundo. 02/11.2009.

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